La Fundación CIEN participa en un estudio internacional dedicado a la relación entre orientación espacial y riesgo de padecer Alzheimer

martes, 8 de septiembre de 2020

El Dr. Bryan Strange, responsable del área de neuroimagen de la Fundación CIEN, ha participado en un estudio colaborativo paneuropeo dedicado a la relación entre orientación espacial y riesgo genético de padecer la enfermedad de Alzheimer.

El equipo de investigación internacional ha sido encabezado por científicos de la Ruhr-Universität Bochum de Alemania, y los resultados del estudio han sido publicados en Science Advances.

Encontrar caminos sin señales externas

Los animales y los seres humanos tienen la capacidad de ubicar su posición en el espacio siguiendo el movimiento del propio cuerpo, incluso en ausencia de cualquier otra información sensorial, capacidad conocida como “integración de ruta”. Así, por ejemplo, somos capaces de orientarnos en una habitación al despertar, incluso en una oscuridad completa.

En general, hay acuerdo en la comunidad científica en que esta capacidad de orientación depende de las células “grid” de la corteza entorrinal, en el lóbulo temporal medio del cerebro. Al navegar por un entorno espacial, estas células muestran un patrón de actividad regular único. Asimismo, también se sabe que esta región del cerebro es una de las primeras áreas afectadas por la enfermedad de Alzheimer.

En el estudio, publicado recientemente en la prestigiosa Science Advances y centrado en la relación entre orientación espacial y Alzheimer, los sujetos de prueba fueron sometidos a una serie de pruebas de orientación en un entorno de realidad virtual sin puntos de referencia externos para encontrar su camino. Los investigadores compararon el rendimiento de navegación de 202 voluntarios sin riesgo genético de Alzheimer y 65 voluntarios con mayor riesgo genético, es decir, aquellos que tienen una expresión específica del gen APOE-ε4.

La relación entre orientación espacial y riesgo genético de padecer Alzheimer

Los resultados mostraron que los participantes con riesgo genético de enfermedad de Alzheimer no se desempeñaron tan bien como el grupo de control en la prueba de orientación espacial.

Adicionalmente, otro grupo de personas de prueba realizó la misma tarea mientras se registraba su actividad cerebral con imágenes de resonancia magnética funcional, aspecto del estudio que tenía el objetivo de descubrir qué procesos cerebrales intervienen en la integración espacial.

Los investigadores observaron que la actividad de la corteza entorrinal está específicamente asociada con la navegación sin señales externas, lo que destaca el papel de esta región del cerebro para la integración de la ruta. Precisamente, las personas con riesgo genético aumentado de desarrollar Alzheimer mostraban un déficit muy específico en la actividad de esta región.

Esta anomalía asociada a la orientación observada en el estudio abre posibilidades de indagación en cuanto a técnicas de diagnóstico precoz de la enfermedad de Alzheimer, uno de los objetivos principales del trabajo de la Fundación CIEN y del Proyecto Vallecas.

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